Poco más que añadir a los múltiples sucesos que intento evitar e inevitablemente me resulta imposible. A sus ojos resultas invisible, pero adoptan tus mejillas un tono rojizo y te cuesta restablecer tu temperatura corporal, tus latidos cuando se presenta a una distancia que no hay necesidad de medir en metros. Porque, en fin, no puedes evitar pensar que tú en su vida debes ser una mancha; y que él en la tuya ocupa varios capítulos.
Revisemos la contraportada.
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