sábado, 28 de enero de 2012

147.

Creía que te hacías echar de menos con esas miradas tímidas y esas sonrisas torcidas. Habíamos vivido tiempos mejores, en la ausencia de la compañía del otro, quiero decir. Éramos como dos discos de vinilo, con sus cajas, que se encontraban entre otros apilados, distanciados. Hasta que un día alguien quiso saber cómo tocaba Pink Floyd bajo el título de una película llamada More. Y acabamos metidos en un armario cuando nos olvidaron, pero nosotros no nos olvidábamos del otro, por desgracia. Cinco días, un largo adiós, y llegan los títulos de crédito. Donde cada vez que veía tu nombre se me trababa la voz. No entiendo cómo la gente que significa tanto se extingue en dos segundos. Uno, cuando lo dice, dos, cuando te mira por última vez. Y se corta mientras suena una trágica música de fondo y la lluvia arrecia. Una piel sensible, un corazón frío, y unas lágrimas de más que no se distinguen. Podría ser el final de cualquier película que no fuera esta.

Pero me volvió a tocar salir perdiendo. 18:55.

No hay comentarios:

Publicar un comentario