jueves, 5 de enero de 2012

131.

Hay veces en las que no sabes cómo explicarte. O, más bien, te entiendes a ti mismo, pero lo que sientes no sabes cómo transmitírselo a los demás. Ya que por dentro es un completo caos. Por eso, cuando las personas en las que más confías hacen la pregunta, lo meditas demasiado. Cuando, en realidad, sólo tienes que hablar, y dejar que fluya sólo, porque aunque resulte complejo, ellos van a entender qué es lo que intentas decir, y te resulta casi imposible confesar. El problema llega cuando te faltan esas personas.

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