Hay veces en las que no sabes cómo explicarte. O, más bien, te entiendes a ti mismo, pero lo que sientes no sabes cómo transmitírselo a los demás. Ya que por dentro es un completo
caos. Por eso, cuando la
s persona
s en las que más confías hacen
la pregunta, lo meditas demasiado. Cuando, en realidad, sólo tienes que hablar, y dejar que fluya sólo, porque aunque resulte complejo, ellos van a entender qué es lo que intentas decir, y te resulta casi imposible confesar.
El problema llega cuando te faltan esas personas.
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