martes, 27 de marzo de 2012

168.

Seguía viendo su existencia pequeña e inútil, a la vez que innecesaria. Las sombras se reflejaban en el cristal, atravesándolo y rozando la punta de sus dedos, que sobre el frío suelo, no recordaban lo que era el calor. El único que refugio que había encontrado era una pared, una manta, y unas lágrimas que empañaban sus ojos. En algún lugar había leído que "la vida es bella". Pero ella no pensaba de esa forma. La vida era la vida, dura para los que menos se lo merecían, y buena para los que pisaban a los demás.
Y ya la habían pisado muchas veces. Ya la habían dejado huellas.
Huellas que dolían cada vez que respiraba.

1 comentario:

  1. Anónimo28.3.12

    Enserio me encanta como escribes...
    Nunca lo voy a dejar de repetirlo

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