jueves, 15 de marzo de 2012

164.

Crecer no era cosa de altura, y eso era lo que pensaba el resto, pero no ella. Se le hacía difícil dar más importancia a aumentar los centímetros que te alejaban del suelo que a usar lo que tenía dentro de la cabeza con madurez.
Madurez...¿por qué tenía 12 años y pensaba como alguien de 20? No entendía. Veía a algunos de sus compañeros tirando la casa por al ventana. Deshaciéndose de sus estudios, empezando a fumar y a beber a su edad. Le apenaba aquello. Pero no podía ponerle solución. Ella no debía ser un ejemplo a seguir. Y sí seguir el camino de hermanos mayores y demás gente que había empezado igual, y había acabado peor.
Cerró los ojos e intentó volver a dormir. Siempre había pensado que el mundo en el que vivía era demasiado raro para ella. O que ella era la rara. Que era demasiado imperfecta para el suelo que pisaba y los hechos que la rodeaban. Y era cierto. Era demasiado imperfecta. El mundo la había hecho imperfecta para él, pero perfecta en la pequeña parte que le correspondía de este.

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