martes, 22 de noviembre de 2011

92.

Miraba en todas direcciones, anhelando alguna presencia.
Recorría las calles de Madrid buscando momentos que detener en su Canon.
No se detenía, pese a que le sobrara tiempo. El café se le enfriaba en casa, y ella seguía por ahí. Volvería a aquel lugar, aquellas fotografías que dolía solo de verlas las volvería a hacer.
Volvería a pedirle ver su espalda, y recordad  sus lunares, e intentar sanar sus cicatrices. Pero se quedaría siempre con las ganas. Haría lo que fuera por ver...por verle a él.
Todo cambiaba, el tiempo pasaba, y con él las manos que surcarían su espalda.
La que tantas veces le había servido de almohada.
Y cuyo calor añoraba desde que empezó a hacer frío.
Y no tenía dónde resguardarse.

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